La historia que quiero contaros no es que sea especialmente diferente ya que estoy segura de que algo parecido os habrá pasado a muchas de vosotras, simplemente es mi historia y eso ya la convierte en especial.
De esto hace ya muchos años, yo era una cría pero la sigo recordando con cariño y una sonrisa cuando viene a mi mente por eso me he decido a escribirla, no me gustaría que se perdiese en el olvido.
El caso es que yo iba al instituto y era una chica muy enamoradiza. Todavía no había tenido ningún novio aunque sí alguna historia sin ganas ni importancia, y me apetecía enamorarme, por lo que terminaba colgándome de cualquiera que estuviera cerca de mí en algún momento. Pero él era diferente. Lo conocí fuera del instituto, en un viaje al que fui con mis padres (que encima no quería ir pero al final…). Él era el guía del viaje y cuando lo vi nada más llegar al autobús me pareció guapísimo. Nos recibió con una sonrisa a todos y pronto descubrí que además de guapo era encantador.
Pensar que iba a tenerlo cerca durante una semana me ponía nerviosa. Era insegura y todo lo que tuviera que ver con chicos me resultaba complicado de gestionar. Pero repito que él era diferente. Cruzamos varias miradas que yo creí inevitables porque yo no dejaba de mirarle, pero pronto descubrí que él también lo hacía. Era mayor que yo y por mi cabeza no pasaba en ningún momento el pensamiento de que lo hacía porque le gustara, sino porque quizá se estaba empezando a molestar si lo miraba todo el rato…
Total que ya el primer día hablamos un par de cosas durante una de las paradas, era un chico divertido, me sacaba unos 9 años y me imponía más que cualquier otro que hubiera conocido antes, pero también me gustaba más que cualquier otro de esos. Fuimos hablando cada día un poco más, ratos más largos, notaba que él me buscaba en cuanto tenía un momento libre, y yo intentaba escaparme de mis aburridos padres y sus aburridos amigos, no sabía qué pasaba, pero fue la primera vez que sentí que un chico mostraba algo de interés por mí. A pesar de mis recelos…
Después de toda la semana hablando, haciendo por vernos, de notar que cada día queríamos estar más rato juntos, la última noche del viaje me buscó después de cenar. Mis padres me dejaron irme un rato a pesar de su sobreprotección porque tenían especial confianza en ese chico después de toda la semana con él, les dijo que íbamos a tomar algo por ser el último día y sorprendentemente me dejaron ir con él.
Paseamos durante un rato y después nos sentamos en un murete que había entre el paseo y el comienzo de la playa. Por dentro me pasaban mil sensaciones, nervios, felicidad, no sé, fue un momento muy mágico. No parábamos de hablar, reír, todo era perfecto y me hubiera gustado que nunca hubiese terminado ese momento. De repente se acercó a mí me dio un beso, el beso más bonito que me han dado nunca. Nos besamos durante largo rato, después, me miró a los ojos y sonrió. Creo que nunca me había sentido tan feliz.
Volvimos hacia el hotel cogidos de la mano, sin dejar de reír ni de disfrutar. Cuando llegamos, me dejó en la habitación de mis padres y se fue a la suya. Nos despedimos con otro beso increíble, y nos separamos. Al día siguiente en el autobús, volviendo hacia nuestro destino de origen, nos mirábamos furtivamente, como aquel primer día, pero de otra manera. Ahora con los años sé que pasó exactamente lo que tenía que pasar, que fue tan mágico porque sucedió simplemente así, dos besos, que él me vio como a una niña, indefensa e inexperta, pero también sé que me miraba con cariño y que, de alguna manera, yo también fui especial para él. O eso quiero pensar…
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